Es de madrugada, Tomas y
Raquel están de pie, uno cerca del otro, delante de la parada de metro de Diagonal.
Como en tantas otras ocasiones, al intuir el momento de la despedida, los pensamientos de Tomas se
sobresaltan, corren apresuradamente en todas direcciones consiguiendo
únicamente tropezar entre sí. Raquel para de hablar, hace una pausa que ambos
sienten eterna, finalmente levanta los talones del suelo.
Dos besos. El primer beso sucede a
escasos milímetros de la boca de Tomas, el segundo no.