No me cuentas
nada últimamente…
Cierto ¿Que
quieres que te cuente?Cuéntame algo pequeño, algo bonito y único, que me haya pasado inadvertido. Algo que haga que me de cuenta que aunque todos los días se parezcan, ahí fuera hay un sinfín de sabiduría y belleza por explorar escondidos en el más pequeño de los granos de arena. Algo grandioso que no quepa en una frase hecha, y a la vez pequeño y ligero para que pueda llevarlo encima sin darme cuenta.
Hijo, déjame que
te cuente porque dejé de contarte ¿Te parece bien?
Claro, lo que tú
digas…
Si miras una rosa
fijamente ¿No llega un momento en que te parece algo absurdamente bonito? … A mí
si me ocurre eso hijo. Me fijo en las
caprichosas formas concéntricas en las que se alinean los pétalos, en su textura
sedosa y en su intensa fragancia. De golpe parecen como de otro mundo. Esas
rosas tan bonitas suelen acabar por rellenar esos jarrones del chino que
tenemos por toda la casa. En un primer momento, me enorgullece haber encontrado
ese ejemplar tan bonito. Cortarla, quitarle los pinchos y enseñársela a tu
madre, puede alegrarme una tarde cualquiera… Pero entonces, al verlas hechas instrumento
de nuestra vanidad, una vez fusionadas a la decoración del hogar, me doy cuenta
de que algo se ha perdido en el camino. Hijo, una rosa en un jarrón es a la belleza
de la naturaleza lo que un cuento a belleza de la vida.
Papá, a mi me
gustan tus cuentos…
Veamos, tú que estudias
matemáticas, sería como hacerle una fotografía a un fractal: un objeto matemático
que existía antes que nosotros, antes que el primer hombre al que llamaran matemático,
probablemente antes que el universo, algo infinitamente complejo resumido en 8 megapíxeles.Tus cuentos siempre enseñan algo…
Y siempre habrá un momento en que ninguno de ellos te sirva para nada. Ya no eres un niño: elabora tus propios cuentos, y recuerda siempre que sólo son cuentos…
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