El escondite

No he conocido nunca una fuerza igual a la que imprimiste a mi cuerpo cuando, entre las sabanas, desde la cama, tirabas de él, con el perezoso movimiento de tu mano sobre mi piel.

Siempre he sabido que algo especial sucede dentro de mí, hoy por fin entiendo que si a veces creo perder mis recuerdos, que si a veces no sé donde se esconden mis sentimientos, es sólo porque tienen, los unos y los otros, una segunda residencia en mi piel.

Supongo que esa debe ser la razón, los encontraste, y al no poder escapar a otro sitio, hoy, cierto sentimiento y cierto recuerdo me han prometido no volverse a separar.