Sunday, December 16, 2007

Carta

No conozco al remitente, no lleva mi nombre, ni mi dirección, y lo que aun es más extraño, ni siquiera el supuesto país de destino concuerda con el mío. En definitiva, los hechos impiden llegar a otra conclusión que no sea: “la carta que sostengo en mis manos no es para mí”.

Sin embargo, es la carta que esperaba, el color del sobre me resulta agradable, verde claro, tiene el color de una carta que podría ser para mí. El tamaño también es singular, algo mayor que el de la mayoría de los sobres, tiene el tamaño de una carta que podría ser para mí.

Así pues, debo abrirla, quiero abrirla, aunque sepa que en el momento apropiado volverá al curso natural de de donde viene, para llegar donde debe llegar.